Triste record chileno

Tres de cada cuatro niños han sufrido o sufren maltrato infantil en chile y esto se expande a todos los estratos socioeconomicos segun la UNICEF.Esto en los ultimos doce años

miércoles, 9 de junio de 2010

Chile suscribe la Convención de Derechos del Niño en 1990 y el Organismo Gubernamental que se hace cargo del tema infantil es el SENAME (Servicio Nacional de Menores), el que depende directamente del Ministerio de Justicia. Así se crea una red de organismos que trabajan con niños maltratados, centrada en los casos moderados y severos, con la misión de representar al menor en tribunales, entre otras tareas. En este contexto, las organizaciones que hoy trabajan en la red SENAME atienden al menor con la perspectiva lógica de buscar justicia como hecho central del proceso de reparación del maltrato: se vulnera un derecho, existe un delito, se investiga, hay un culpable y se sanciona.

Podemos ver que las políticas públicas no se han dirigido al sector salud -como órgano que cuida la salud de la comunidad- para que colabore en estructurar equipos a cargo del menor maltratado, complementando el trabajo judicial. Es necesaria la penalización del hecho pero en este proceso se pueden perder dos objetivos fundamentales: prevenir las interacciones maltratantes y recuperar psicosocialmente a los niños afectados. Hasta aquí parece que los actores principales son del ámbito judicial y policial, enmarcando el tema casi en el ámbito de la seguridad ciudadana. El insuficiente apoyo psicológico se realiza en torno al acto judicial, con escaso seguimiento y con poca certeza de su efectividad.

En esta perspectiva surge la necesidad de recuperar el análisis y definir un mejor ordenamiento en el abordaje de las situaciones de maltrato. El orden de los factores debe considerar primero, el acto de asistencia sanitaria, luego, la protección social y finalmente la asistencia judicial.

Nuestro actuar desde salud debe mantener al niño y su familia como sujetos principales, es decir, su necesidad de protección. Esto requiere mucho más que un sistema de justicia para acreditar lesiones y sancionar responsables. Debemos propender a la desjudicializacion del maltrato infantil y pensar en el niño maltratado como alguien que ha perdido su estado de salud y en riesgo de enfermar, en un desequilibrio bio-psico-social.
Siendo el tratamiento del maltrato un problema biológico, psicológico y social, requiere de equipos multidisciplinarios, con profesionales formados en distintas especialidades y en lo específico que concierne al maltrato. Estos equipos deben ser financiados y deben trabajar en colaboración y por etapas. La diversidad de actores trae consigo la necesidad de confeccionar normas técnicas y procedimientos, al igual que crear formas de seguimiento y de validación de las intervenciones implementadas. Debe haber un sustento científico, de investigación y análisis que asegure el buen uso de los recursos y la eficacia de las intervenciones realizadas.

Además, para el Comité de Maltrato Infantil es central no olvidar el trabajo en los tres niveles de prevención y la planificación de intervenciones destinadas a las distintos grupos de la población infantil, que sufren formas diversas de maltrato, cada una con sus complejidades:

-maltratos graves, que se generan en ambientes psicopáticos y/o con privación socioeconómica, usualmente de niños pequeños, que causan grave daño y que producen conmoción pública.
-abusos sexuales.
-maltratos físicos leves y maltratos psicológicos, que son la inmensa mayoría, y que requieren acciones destinadas a grandes grupos, en temas como la crianza y los estilos de socialización de los hijos.
-maltratos y negligencias en poblaciones vulnerables, como son los hijos de adictos, los niños con enfermedades crónicas y los discapacitados.
-maltratos que pueden producirse en las instituciones públicas que cuidan a los niños o aquellos malos tratos que son producto de acciones públicas.

Es difícil definir qué intervenciones procuran el bienestar del niño y no producen daño. Siempre existe el riesgo de intervenir dañando a la familia que es el principal sustento del niño. Además, en el proceso, se deben incorporar las otras organizaciones sociales, en especial aquellas que tienen alta penetración en la comunidad, como la escuela, los grupos de autoayuda y los centros de menores.

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